Bendición de Juan Paralelo a Misericordia
La Maldición Amonita hace que una persona se rehúse a recibir los regalos de Dios. Resulta en esterilidad física o espiritual. Cuando se corta la maldición puedes recibir adecuadamente de parte de Dios los regalos que reconoces. Cuando fluye la bendición del Apóstol Juan, eres capaz de reconocer los mejores regalos de Dios, abrazarlos y poseer tu herencia de manera sobrenatural.
En la historia de Jefe luchando contra loa Amonitas, Dios le dio todo lo que necesitaba para la victoria. Debido a que no pudo reconocer los regalos de Dios, él exigió la autoridad civil que Dios no tenía la intención de darle y trato de sobornar a Dios con un sacrificio innecesario. Su liderazgo civil fue mortal porque busco algo que Dios no había dispuesto para que él prosperase. En menor escala, su familia murió en sus propias manos de modo que no tuvo impacto generacional.
El Apóstol Juan, por otro lado, estaba claramente fascinado con el poder y la autoridad mientras era un joven discípulo. La dominación del Imperio Romano había marcado la importancia de ambas cosas. Las expectativas de Juan habían sido modeladas por su cultura. Hacia el final de la vida tenía mucho de las dos cosas.
Tenía autoridad. Era el Apóstol dominante en la región de Asia menor, pastoreando en Efesio. Su impacto se sintió sobre todo el movimiento cristiano durante dos siglos después de su muerte. Su autoridad era tan elevada como la de Pablo en términos de la profundidad y amplitud de su influencia para moldear a la cristiandad.
También tenía poder. Además de levantar a los muertos, una vez fue echado dentro de una olla de aceite hirviendo, pero eso no logro matarlo. Al ser indestructible, lo exilaron en la Isla de Patmos.
A pesar del hecho de haber alcanzado sus objetivos juveniles de autoridad y poder, queda bien claro en sus escritos y en los registros de la historia, que él fue capaz de reconocer el regalo que Dios le había dado de una relación de amor con Jesús. Juan fue capaz de reconocer el regalo más excelente sin ser encandilado por el poder y la autoridad. Cuando lo reconoció pudo recibirlo
Juan estuvo en el espíritu en el día del Señor estando en Palmos. Las circunstancias no importaban en absoluto. En su lugar de exilio, aún estaba enamorado del Señor y disfrutaba de esa relación de amor. Allí él poseyó su herencia y Dios le confío la revelación de la naturaleza de Dios más compleja, maravillosa y completa registrada por cualquier persona en cualquier época de la historia humana. Fue la culminación de la Palabra escrita.
En su juventud, él no reconoció la magnificencia del regalo del amor. Estaba tan fascinado por la búsqueda de autoridad y poder que no valoro el ser el discípulo amado, el que tuvo más intimidad y cercanía a Jesús. Pero a su tiempo, no solo fue capaz de reconocer el regalo sino también de recibirlo plenamente. Esta es la bendición del Apóstol Juan.
La gran tragedia de la historia del hombre es la incapacidad de recibir los mejores regalos que Dios quiere hacernos. Por nuestra cultura religiosa, nuestra cultura familiar o nuestras heridas buscamos cosas que son buenos regalos de Dios, pero que son inferiores. Y nos saciamos de lo bueno y nos perdemos lo mejor
La bendición del Apóstol Juan es que nuestros ojos sean abiertos para que podamos ver lo mejor que Dios tiene para darnos.